16 julio, 2013

Dentro de la casa de muñecas. (Dollhouse, primera temporada)




No nos gusta ver series canceladas. No tenemos nada en contra de ellas, simplemente la mayoría terminan de forma precipitada, dejándonos con la miel en los labios, y no dando tiempo a que la trama o los personajes evolucionen. Sin embargo, cuando se trata de una recomendación de una fuente fiable y de una serie de Joss Whedon, nuestra opinión cambia. El creador del mundo de Buffy y Angel consigue en una sola temporada llevarnos una historia con giros argumentales y desarrollo de personajes que otras series de vida más larga desearían tener. Es una pena que en la televisión americana primen las audiencias sobre la calidad, dejando por el camino a series tan prometedoras y dando una duración más larga a otras menos originales.




Whedon nos introduce esta vez en la “Dollhouse” (sería algo así como “casa de muñecas” en castellano), una instalación secreta que trabaja con “activos”, un grupo de personas cuyas personalidades y recuerdos fueron borradas y que pueden ser receptores de diferentes personalidades a través de la introducción de una simple “impronta”. Estas “muñecas vacías” son contratadas por un módico precio para realizar todo tipo de trabajos, incluyendo crímenes, fantasías y, en ocasiones, buenas acciones. Una vez terminada la misión, son vaciadas de nuevo y llevándolas a un estado infantil.



Algo que realmente nos encanta de esta serie son los personajes, en general muy bien construidos y completamente atípicos. Eliza Dushku, Dichen Lachman y Enver Gjokaj, interpretan a Echo, Sierra y Victor y se enfrentan a papeles realmente complicados. Dados los frecuentes cambios de personalidad y la alternancia entre momentos de infantilidad y momentos de máxima acción que sufren los “activos”, era de esperar una interpretación poco creíble, sin embargo, creemos que los tres han realizado un excelente trabajo, especialmente Eliza en su interpretación de Echo.

Y es que Echo es un mundo aparte. Está considerada la mejor “activa” de Dollhouse y por lo tanto, la más solicitada y la que recibe encargos más complicados. En el transcurso de sus misiones, comienza a recordar a su “yo”; Caroline Farrell, una activista universitaria. La mezcla entre Caroline, Echo y las improntas acaban por formar a una heroína verdaderamente atípica que puede dar muchos problemas a Dollhouse, al igual que ya hizo en su día Alpha, un activo del cual no se revela apenas información hasta el final de la temporada, pero cuya conexión con Echo es una de las más complejas de la serie.



Dejemos a un lado a los “activos”, y centrémonos en el personal de la casa, donde se encuentran tres de los mejores personajes de la serie: la doctora Claire Saunders, Adelle DeWitt y Topher Brink. Conocemos a la doctora como un personaje secundario, pero gracias al giro argumental de los últimos capítulos comienza a cobrar cada vez mayor importancia y su historia acaba siendo una de las más sorprendentes.


Adelle DeWitt es la estricta directora de la "casa de muñecas". Nos la presentan como una líder fuerte y como la mala de la película. Sin embargo, no nos podemos fiar de la primeras impresiones, ya que en realidad es un personaje más complejo de lo que aparenta y que tendrá un gran peso en los capítulos de la segunda temporada. 




Finalmente, Topher Brink, un genio cuyas investigaciones traen grandísimos avances a Dollhouse. Empieza siendo ese personaje plano tan característico de las series actuales, que hace una serie de comentarios graciosos, pero de nuevo Joss Whedon nos engaña, creando uno de los personajes más interesantes. Vamos descubriendo a un Topher que siente un profundo desapego por las relaciones sociales e indiferencia por las personas. Es un personaje curioso, raro y bastante entrañable al que finalmente se le coge mucho cariño.



Dollhouse nos presenta un momento de gran avance tecnológico, hasta tal punto que se puede manipular por completo a una persona. Pero es que esta tecnología ofrece múltiples posibilidades, ya no solo la de “eliminar” a la persona, sino también, la de crear un nuevo ser de la nada, una personalidad perfecta o un ser inmortal, jugando así, a ser dioses, mediante la manipulación del encéfalo. 

La otra temática central de la serie es el tráfico humano y la prostitución, aunque de manera superficial. La institución se lucra a través del negocio del alquiler de fantasías, una forma refinada de esclavitud humana y restricción de las libertades. De hecho, este fue uno de los temas más conflictivos de la serie y uno de los motivos de su cancelación, dado el poco apoyo que recibió Whedon por parte de la cadena.

Como siempre, no todo puede ser perfecto. Esta serie tiene una pega: es lenta en su desarrollo y no llega realmente a enganchar hasta la mitad de la temporada. Otro inconveniente radica en la complejidad de la trama, lo que hace que a veces sea difícil de seguir.

Así pues, es una serie que desde nuestro blog, os recomendamos fervientemente, ya no solo por la certeza de que al ser de Joss Whedon no nos va a decepcionar, sino también por la magnífica interpretación del elenco y lo novedoso y adictivo de la trama.



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